Historia de un Naranjo

Este mes la entrada del blog la ha escrito Miguel Ortiz-Cañavate. Miguel es el padrino adoptivo de “Naranjito” y hace unas semanas me envió este cuento sobre como nace un naranjo. Es un cuento genial y muy imaginativo, por eso he querido compartirlo con todos vosotros. Seguro que es uno de los primeros cuentos de una estrella literaria que además, es uno de nuestros padrinos adoptivos. ¡¡Muchas gracias Miguel!!

“En la autopista Madrid-Valencia, un camión lleno de nosotros nos lleva a un destino incierto. La oscuridad era claustrofóbica, algunos murmuraban su preocupación sobre por qué les habían desterrado de su casa. Yo sólo me quedaba quieto, no quería pensar en ello. Para entretenerme me puse a mirar por un agujero de la malla que nos rodeaba y vi que pasábamos por un mundo extraño pero simple.

Un tiempo después llegamos a nuestro destino. Unos hombres cogieron nuestras cajas y nos metieron en un camión algo más pequeño. El segundo viaje era más corto, pero no éramos los únicos había pan, melones, sandias…

Cuando el camión paró nos llevaron a todos por una puerta trasera en la que había cientos de cajas apiladas por todas partes. Nos colocaron en una estantería blanca y me tocó en la penúltima fila. Pasaron los días y descubrí que aunque nosotros no estábamos empaquetados, había otros que estaban en redes naranjas. Durante ese tiempo entablé bastante amistad con un compañero que no paraba de preguntarme toda clase de cosas. Al principio lo encontré algo pesado pero después resultó ser divertidísimo y por las noches pasábamos las horas inventado miles de historias. Los días pasaban y poco a poco me iba acercando a la cabeza de la fila. Cada día me preocupaba más que me pasaría cuando me recogieran. Pasé mi último día en la estantería jugando a contar cuantas botellas de leche eran vendidas a lo largo del día. Con lo que a mí me gusta el agua, hay que ver la cantidad de leche que bebe esta gente…

Una mañana una niña de unos cuatro años se asomó a la estantería, nos miró con una cara alegre y nos empezó a seleccionar. Extendió su mano, me agarró de la cabeza y me metió en una bolsa de plástico junto con un par de amigos. Nos pesaron, nos pusieron una pegatina y pasamos a una parte del edificio desconocida para nosotros.

A partir de este momento los recuerdos se vuelven borrosos, hasta que un día soleado salí de la tierra. Estaba en un jardín lleno de plantas y cubierto de hierba. Miré a mi alrededor y allí estaban mis compañeros, que eran muy diferentes a lo que recordaba. Me saludaron alegremente y me contaron lo que había pasado. ¡¡Al fin me había convertido en un Naranjo!!

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